Toda mujer tiene una guerrera en el alma que nunca se rinde
Toda mujer tiene una guerrera en su alma que nunca se
rinde, que pelea contra las adversidades, que lucha por sus sueños, que avanza
con firmeza, que no se deja vencer por los golpes y que no se doblega ante la
dureza de la vida.
Una mujer con una guerrera en su alma es mujer que se
tiene a sí misma, que comprender sus sombras, que se eleva con su danza, que se
hace consciente, que se comprende, que no tiene un tono sino que es arcoíris.
Ninguna mujer renuncia a sí misma porque ninguna guerrera
apaga su luz. Ocurre que muchas veces a nosotras se nos olvida hacer honor a
nuestra lucha y menospreciamos nuestro esfuerzo.
Porque a veces nuestra guerrera se hiere por no decir
nuestra verdad, por entregarnos al pesar, por dejar que aquello que nos daña y
nos causa enojo actúe en nuestro interior como si se tratara de un autocastigo,
de una venganza interna.
Por eso tenemos que dejar respirar a nuestra guerrera,
deshacernos de aquellas personas que intentan someterla y gritar al mundo
entero que estamos en este mundo para caminar con nuestra determinación.
Cuando logremos echar fuera gran parte de la basura emocional
que oscurece a nuestra guerrera se apoderará de nosotras la risa del amor
propio, la energía revitalizante y el sentir que aflora nuestros ánimos.
El corazón de luna, la fortaleza del sentir femenino
Una mujer no necesita que nadie la complete, solo gusta
de tener alguien a su lado que la acepte por completo. Ella es valiosa por sí
misma, una arquera infalible con objetivos independientes que no soportan la
sumisión.
Por eso, la fortaleza del sentir femenino aboga y reclama
la igualdad de género, retirando las barreras y las imposiciones de una
sociedad que ha conseguido enfermar parte de la identidad femenina.
No obstante, todo corazón puede ser dañado por el mero
hecho de serlo, ya que muchas de las cosas que median entre nuestro mundo
interior y nuestro mundo exterior muchas veces nos dañan a pesar de las
apariencias.
Por eso sobre todo tenemos que tener cuidado con aquellos
motivos que enmascaran el egoísmo y el interés narcisista de quienes no
respetan los referentes ni más identidades que las suyas.
Así que a veces a la guerrera del alma le toca silenciar
nuestra mente y trabajar con esmero por reparar pedazo a pedazo nuestro corazón
roto por la humillación y la tristeza que genera la hipocresía de aquello con
lo que por desgracia nos hemos encontrado.
Gracias a esta conexión resurgirá la fuerza que hace al
corazón de la mujer palpitar por sí mismo, vestirse de dignidad y brindad por
todo lo que de ella resulta tan mágico y valioso como el tesoro de una noche
estrellada.
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