PARA AMAR HAY QUE APRENDER A VOLAR JUNTOS, NO ATADOS...
El amor es un maravilloso
sentimiento y una hermosa emoción que nos es innata a los seres humanos, nos
eleva, nos sublima y es tan sutil, que de alguna manera nos lleva a fusionarnos
con esa otra persona que llegamos a sentir que nos complementa, con esa pareja
que elegimos, con ese compañero o compañera de vida que nos llena plácidamente.
Sin embargo, el amor al
igual que todas las emociones en la vida, requiere de un trato delicado, pues
sí se aprisiona demasiado puede llegar a asfixiarnos y si en lugar de volar
juntos nos atamos a la otra persona, el amor indudablemente termina por morir.
El amor es fiel compañero,
es aliado, es cómplice, es virtud, es sociego, es reto, es aprendizaje y
enseñanza, amar debe darnos libertad, no cortarnos las alas e impedirnos el
vuelo, no es atadura, control y absorción, y es vital comprender la esencia del
amor, porque de lo contrario solo queda el recuerdo de aquello que en algún
momento nos hizo sonreír.
Podemos amar de muchas
maneras, podemos sentir que no respiramos, que nos falta el aire sin la
compañía de esa persona que hemos elegido para nuestra vida, pero al igual que
los pájaros, como los águilas y los halcones, el amor no puede estar atado, no
se le amordaza, no se le prohíbe y no se le hace prisionero, porque de momento
se presenta la intolerancia y aquello que surgió hermoso y maravilloso, se
convierte en una verdadera pesadilla.
Indudablemente depende de
nosotros en lo que convertimos nuestra relación de pareja, si decidimos volar
juntos o si nos pisoteamos mutuamente, cortando nuestras alas y entumeciendo
nuestra libertad, la pareja está conformada por dos personas, dos seres
individuales que si bien llegan a encontrar hermosos proyectos en común, que si
bien llegan a sentir que sus emociones se complementan y se unen, siempre es
mejor fusionarse a terminar solapados mutuamente.
Del amor y sus maravillas,
es la libertad una de ellas, menester es valorarla y no desestimar la libertad
que debemos darnos como pareja y como individuos, la confianza, el respeto y la
consideración y ese amor que le tenemos a el otro, es el alimento más puro y
nutritivo para que el amor perdure.
Aprender a caminar
acompañados, sin atropellar, sin manipular y sin ser prisioneros, es la forma
más sensata de conservar esa llama que encendió el fuego del amor en la pareja.
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