No esperes entender mi viaje si no has recorrido mi camino
O sea, que lo que otras personas piensen sobre ti es su
realidad, no la tuya. Los demás no conocen tu historia ni tu camino, no pueden
vivir en tu piel ni sentir tus recuerdos. Esto es muy importante a la hora de
cuidar nuestra salud emocional, por eso
debemos evitar dar crédito a las críticas y a los juicios sin fundamento de los
demás…
Es decir, que tanto para evitar darle validez a los
juicios ajenos como a la hora de hacernos entender tenemos que ser conscientes
de que solo nosotros comprendemos completamente nuestro trayecto. Y, a veces,
ni eso es posible…
A quien juzgue mi camino le presto mis zapatos
La consecuencia más directa de dar crédito a lo que los
demás piensan y dicen de nosotros es que acabamos convirtiéndonos en alguien
que no somos. Esto sucede porque al final acabamos queriendo inconscientemente
complacer a otros a costa de sacrificar aquello que nos define.
No obstante, en general los demás piensan sobre nosotros
mucho menos de lo que creemos. Aunque pensemos que somos el centro de las
miradas, lo más probable es que lo que hacemos no sea relevante para los que
nos rodean.
Por eso debemos intentar vivir con naturalidad, dándole
importancia a lo que sentimos e intentando sintonizar con nosotros mismos, pues
al fin y al cabo son nuestros pies los únicos que recorren nuestro sendero.
Pero.., ¿cómo son las personas que critican?
Detrás de una persona que enjuicia a los demás y que
critica de manera destructiva hay ciertos problemas o características
personales que sentencian su “descontento” con otras personas. Veamos algunas
características:
- Baja autoestima: es habitual que las personas con baja autoestima usen la crítica para mantener el control sobre su posición social o, incluso, para situarse en un buen lugar.
- Daños emocionales: es posible que no reconozca que fue herido, que en un momento dado fue humillado o abandonado. Sin embargo, probablemente crea reconocer sus mismas heridas en los demás, etiquetando así las vivencias ajenas conforme a su realidad.
- Ausencia de empatía: hay ocasiones en las que la empatía puede llegar a volatilizarse y las personas se envuelven en una coraza que justifica un tipo de crueldad que pretende ser “inocente”. Así, la persona completa sus propios vacíos criticando sin contemplaciones y haciendo uso del enjuiciamiento.
De todas formas se podría decir que prejuzgar es una
característica innata del ser humano en la sociedad actual. Esto se debe a que
en ocasiones nos resulta adaptativo hacerlo, pues nos protege de ciertos
peligros relacionales que pueden atentar contra nuestro bienestar mental.
Sin embargo, generando ideas o imágenes rápidas de los
demás o de nosotros mismos podemos cometer errores nefastos, los cuales en
ocasiones se pagan muy caros a nivel emocional.
Por eso debemos procurar contenernos a la hora manejar nuestras
impresiones y reflexionar antes de cometer una injusticia.
Cuando tampoco nos comprendemos a nosotros mismos
A veces ni siquiera nosotros mismos nos entendemos pero,
sin embargo, no podemos evitar exigir que los demás tengan en cuenta nuestros
sentimientos, nuestros pensamientos y nuestros deseos.
Así, como no tenemos la certeza necesaria para saber lo
que otros sienten, no deberíamos juzgar ni dar validez a los juicios de los
demás. Del mismo modo esto nos debería ayudar a tener en cuenta que no es
posible que los demás se metan en nuestra piel porque las vivencias son solo
nuestras.
Lo bueno de esto es que ningún perdido se pierde. O sea,
que cuanto más desconcertados nos sintamos, mayor probabilidad tendremos de ir
recomponiendo el rompecabezas de nuestra vida. Eso sí, siempre teniendo en
cuenta que nosotros somos los únicos que podemos poner en valor la comodidad de
nuestros zapatos en nuestros pies.
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