No podemos obligar a nadie a ver aquello para lo que no esta preparado...

Muchas veces solemos sentirnos frustrados porque alguien no ve algo que quizás para nosotros es evidente, solemos cuestionar su entendimiento, sus sentimientos, su empatía, su interés por comprender, sus capacidades y todo aquello que nos parezca una barrera o una limitación para entender o actuar ante una situación determinada.
Tenemos que estar claros que todos tenemos perspectivas diferentes, enfoques propios, ligados a nuestras experiencias, nuestras creencias o nuestro desarrollo y que ello va a generar diferencias de apreciación para todas las cosas.

El respeto a cada quien encierra la capacidad de entender tanto como que una persona no está preparada para asimilar algo de alguna forma o que sencillamente que tiene su propia manera, que no necesariamente debe coincidir con la nuestra.


Muchas veces nosotros mismos solemos de alguna manera sorprendernos con nuestros cambios ante una situación igual o similar a otra anteriormente vivida y darnos cuenta de que no hemos reaccionado igual, que inclusive lo que una vez concluimos que fue lo mejor que pudimos haber hecho, ahora se muestra como una actitud fuera de lugar e inclusive mediocre en comparación a nuestros recursos actuales.

Todos evolucionamos, aprendemos, algunos inclusive tenemos experiencias que no nos hacen ser mejores, sino nos hacen desconfiar, limitarnos, actuar de manera más precavida, cerrarnos al amor, en fin, experiencias que nos cambiarán y nos harán ver, entender y actuar de una manera diferente a lo que solíamos hacer.

Si en nosotros podemos ver respuestas asociadas a nuestras vivencias, también debemos saber entender al otro, que antes de cuentas hace lo mejor que puede con los recursos que tiene.

Podemos intentar plantear nuestra visión, podemos tratar de hacerle ver a alguien más un escenario como lo hacemos desde nuestra óptica, pero debemos respetar los procesos y las decisiones de la otra persona. Inclusive tratando de ser lo más empáticos posibles, con el fin de entender las razones de sus respuestas ante determinados hechos.

Aceptemos aquello que no está en nuestras manos cambiar, aprendamos a respetar los motivos, los intereses y las prioridades de la otra persona, sin presionar, sin juzgar, sin ser arrogantes o creernos dueños de la verdad. Todos tenemos libertades y una de ellas es decidir lo que pensamos que es lo mejor, aun cuando la vida nos demuestre que pudimos haberlo hecho mejor.

Démosle a cada quien la oportunidad de razonar, de crecer, inclusive de equivocarse y de asumir las consecuencias de sus actos, quizás en algún momento la vida se encargue de hacerle coincidir con nuestra visión o bien ocurra de manera contraria y seamos nosotros los que hayamos demostrado no estar preparados para ver algo específico.

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