Es increíble cómo cambia tu vida cuando cambias un pensamiento
Cada nuevo pensamiento es como una pequeña tormenta
eléctrica recorriendo nuestro cerebro. Nadie los ha visto nunca, pero su poder
es infinito: son ellos los que moldean la forma en que vemos el mundo, ellos
los que en un momento dado nos alientan con una emoción renovadora, lista para
transformar nuestra realidad.
A día de hoy siguen abundando, casi en exceso, todos esos
títulos que nos animan a aumentar el poder de nuestra mente o a “volvernos más
inteligentes” haciendo uso de una línea más bien esotérica y poco científica.
Se les olvida, quizá, que la neurociencia ya nos ofrece maravillosas respuestas
y nuevas perspectivas para comprender mucho mejor esos singulares mecanismos
que rigen nuestro cerebro.
“La realidad es solo una percepción, aunque muy
persistente”
-Albert Einstein-
Términos como la neurogénesis o la neuroplasticidad han
supuesto un gran avance frente a esos años en los que se pensaba que el cerebro
adulto dejaba de generar nuevas células nerviosas llegada una edad. Nuestros
pensamientos son un arma de poder incuestionable, son ellos los que crean
nuevos puentes, ellos quienes generan nuevas conexiones reorientando el mapa de
nuestras emociones o la moviola que pone en marcha la maravillosa película de
nuestras vidas…
El pensamiento que “fabrica” tu propia realidad
Gracias al continuo avance en las técnicas de diagnóstico
como las tomografías computerizadas, se han hecho grandes avances en la
comprensión del funcionamiento cerebral. Uno de los más interesantes es saber
por fin cómo se gestan los pensamientos. Pongamos un ejemplo: cuando miramos
una pelota de color rojo y nuestra retina capta cada característica, la
información viaja por estructuras como el núcleo geniculado, la corteza
preestriada, etc.
Bien, si cerramos ahora los ojos y alguien nos ordena que
pensemos en una pelota de color rojo, por asombroso que parezca nuestro cerebro
activará exactamente las mismas estructuras. Es decir, el cerebro refleja la
misma actividad cuando ve que cuando siente. Esta información tan asombrosa
obliga a toda la comunidad científica y a nosotros mismos a hacernos la misma
pregunta: si para el cerebro no hay diferencia entre lo que ve y lo que
imagina… ¿cuál es nuestra auténtica realidad?
Aquí entraría sin duda todo el campo relativo al concepto
de la mente cuántica, pero vamos a sortear este tema para quedarnos con
aspectos más útiles, más concretos. Nuestra realidad esta conformada por algo
tan simple como poderoso: nuestras emociones, ahí donde los pensamientos son
los auténticos catalizadores. Para comprenderlo mejor vamos a profundizar en una
serie de aspectos básicos.
¿Qué son realmente los pensamientos?
Un pensamiento es simplemente una fórmula química
determinada acompañada de un impulso eléctrico. Tan triste como eso, pero a la
vez fascinante. Cada vez que pensamos algo nuestras células nerviosas se
conectan a través de las fisuras sinápticas descargando un tipo de bioquímica
determinada.
- Sabemos que los pensamientos son generadores de emociones. Cuando ellos mandan un mensaje es nuestro hipocampo, quien se encarga de traducirlos descargando una serie de neuropéptidos a través de la glándula pituitaria. Más tarde, estos neuropétidos se liberan en la sangre desencadenando una serie de reacciones.
- Poco a poco puede ocurrir lo siguiente: si nuestro cerebro se habitúa a recibir un tipo de patrón emocional determinado, puede acabar creando hábitos de pensamiento. Es lo que ocurre por ejemplo con el estrés: a veces, quedamos tan supeditados a una emoción determinada (el miedo) que perdemos el control, avanzando día a día por un tipo de realidad en la que no nos sentimos identificados.
¿Qué tipo de realidad prefieres?
No se trata de ser “más inteligentes”, de aspirar a tener
un mayor coeficiente intelectual de la noche a la mañana. Se trata,
simplemente, de ser capaces de crear una realidad que se ajuste a nuestras
necesidades, a nuestras características particulares y a nuestro pleno derecho
a ser más felices.
“La realidad siempre está ahí, lo que cuenta es tu
percepción”
-Diego Dillenberg-
Para lograrlo, debemos tomar conciencia primero de un
aspecto: nuestra realidad está sesgada por nuestros estados de ánimo, el peso
de nuestros recuerdos, nuestras interpretaciones y pensamientos. Existirán
personas que caminen por el mundo con una visión de túnel, ahí donde su
realidad es tan estrecha que son incapaces de intuir todas las maravillosas posibilidades
que les envuelven.
Aprendamos a ver el mundo en panorámica y en tecnicolor,
creemos una realidad más amplia. Te explicamos cómo.
Nuestros pensamientos y la neurogénesis
La neurogénesis hace referencia a nuestra capacidad
natural por generar nuevas células nerviosas. Si en 1928 Santiago Ramón y Cajal
afirmó aquello de que “todo puede morir, nada puede regenerarse”, a día de hoy
su enunciado se viene a bajo si nos centramos en nuestro cerebro, en ese
fabuloso arquitecto de nuestra realidad.
- Es necesario recordar en primer lugar que el mayor enemigo para nuestro cerebro es el estrés. Tanto es así, que cambiar su estructura interna, reducir la conectividad neuronal e incluso el volumen del hipocampo.
- Debemos ser gestores de nuestro mundo emocional y recordar que son los pensamientos quienes están obligados regirlo. Un modo de conseguirlo a través de las siguientes preguntas: ¿Cómo quiero sentirme?/¿Cómo me siento ahora?/¿Qué me preocupa?/¿Qué puedo hacer para resolverlo?
- Un diálogo interno firme, valiente y optimista puede ayudarnos a canalizar muchas de esos sentimientos negativos.
- Recuerda también que el ejercicio físico es un modo sensacional de favorecer la neurogénesis. No solo oxigena el cerebro, sino que además, gracias a las endorfinas se aplaca el estrés y se generan nuevas células nerviosas.
- Otro modo de generar nuevos pensamientos es cambiando hábitos. Romper rutinas, adentrarnos en nuevos escenarios, practicar nuevas aficiones o conocer gente estimulante es algo muy reconfortante para nuestro cerebro y nuestro estado de ánimo.
Por último, no podemos olvidar los grandes efectos de la
meditación para nuestro cerebro. Esta práctica de armonización entre la mente y
el cuerpo tiene grandes efectos en nuestro mundo emocional, favoreciendo
incluso ondas Alfa y Gamma, las cuales, originan una mayor conectividad
neuronal.
Seamos arquitectos de nuestra realidad, recordemos que no
existen pensamientos neutros, todos son capaces de crear algo determinado. De
nosotros depende que sea maravilloso.
Este articulo fue realizado gracias a lamenteesmaravillosa.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
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