PORR QUE CADA VEZ HAY MAS JOVENES VIVIENDO CON SUS PADRES
Recientemente, el número de jóvenes de menos de entre 18
y 35 años que vive en casa de sus padres ha superado el de las personas de la
misma franja de edad que viven con su pareja en Estados Unidos. A mediados del
siglo 20, los segundos doblaban en número a los primeros.
En España esta tendencia también se ha producido: más del
78% de las personas de entre 16 y 29 años convive con sus progenitores, algo
que no se había registrado nunca en las últimas décadas, según el Observatorio
de la Emancipación. El momento de independizarse cada vez se produce más tarde.
¿A qué se debe esta tendencia? Las causas que explican
este fenómeno son materiales y económicas, pero también psicológicas.
¿Una elección o una necesidad?
Parte de esta tendencia a quedarse en casa de los padres
no es fruto de una decisión, sino de la necesidad. En España, por ejemplo, la
tasa de paro juvenil es tan alta que la dificultad de encontrar un empleo bien
pagado impide a muchos jóvenes la posibilidad de emanciparse. Además, entre los
jóvenes que trabajan prima la inestabilidad: en Catalunya, aproximadamente el
85% de los nuevos contratos son temporales.
Ante la responsabilidad que requiere empezar a construir
una vida en común, la falta de dinero hace que las personas de menos de 30 años
tengan menos libertad para independizarse.
Cada vez hay más solteros
Otra de las causas que explican la baja cantidad de
personas viviendo con su pareja y no con sus padres es que, simplemente, la
gente se mantiene soltera durante más tiempo.
Décadas atrás, la idea de formar una familia era
prácticamente un imperativo, pero actualmente son muchas las personas que
deciden no comprometerse. Uno de los motivos es que entre las mujeres la
dependencia económica de la figura del hombre es cada vez menor, y por otro
lado los nuevos estilos de vida priman el individualismo por encima de la
importancia de la familia nuclear.
La idea de gozar de la vida con mayor libertad hace que
los jóvenes tengan menos motivos para encontrar una pareja y empezar una vida
juntos compartiéndolo todo. Cada vez más, la soltería es vista como el
"estado civil por defecto", mientras que antes las personas que no
vivían con una pareja eran vistas como un proyecto de futura familia. Ya no es
necesario buscar una excusa para justificar por qué no se ha formado una
familia, y esto hace que seamos más propensos a ver la posibilidad de volver a
vivir con los padres como algo más atractivo y con algunas ventajas.
A la vez, los nuevos paradigmas de la afectividad, como
el poliamor, han hecho que la convivencia y la vida amorosa se hayan disociado
un poco más. Ya no es tan extraño estar en relaciones abiertas en las que lo
más infrecuente en vivir todos en una misma casa o piso.
Una unión más profunda con los padres
Otro de los factores psicológicos que explican l
tendencia creciente a emanciparse más tarde es, simplemente, que las relaciones
entre progenitores e hijos parecen haberse vuelto más cercanas y satisfactorias
a través del paso de las generaciones.
La frecuencia con la que padres e hijos comparten
momentos en los que se estrechan los vínculos afectivos ha crecido desde
mediados del siglo XX, y no es solo una consecuencia de la necesidad de vivir
en casa: esta es una tendencia que ya se registró mucho antes de la crisis
financiera de 2008.
Lo mismo ha ocurrido con el sentimiento subjetivo de
bienestar que padres, madres y sus hijos e hijas dicen experimentar en compañía
de la otra generación familiar. El modo en el que las relaciones personales han
ido evolucionando en el seno de la familia han conducido a un trato más próximo
y empático que lo que ocurría décadas atrás. A esto ha contribuido el abandono
de unas normas muy rígidas y del énfasis puesto en la autoridad del padre, que
llegaba a adoptar un rol autoritario y frío.
Ahora, las emociones se expresan de forma más directa, y
los miembros de la familia no se muestran tan reacios a mostrar sus
sentimientos y a buscar apoyo emocional en los otros. Esto hace que la
convivencia sea, en muchos aspectos, más llevadera, y que vivir bajo el mismo techo
que los progenitores parezca, de hecho, una opción atractiva (y en muchos
sentidos, cómoda).
Una carrera profesional por libre
Anteriormente, era normal que solo uno de los miembros de
la familia trabajase fuera de casa, mientras que el resto dependían de él.
Actualmente esto no es posible: los adultos de la casa deben salir a ganar
dinero para mantener la familia.
Esto ha conducido a una nueva mentalidad de trabajo,
según la cual cada uno ha de ser, en primer lugar, su propio motor económico.
La consecuencia de esto es que vivir con los padres es una posibilidad que es
vista como un recurso más para ir progresando hacia la autosuficiencia,
mientras que anteriormente esta opción no tenía tanto sentido.
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