Aunque seamos personas amables, debemos saber poner límites…
A todos nos gusta ser
atendidos con amabilidad, que sean receptivos con nosotros y tener la
oportunidad de ser escuchados, pues en la mayoría de los casos, nos esforzamos
por ser amables, gentiles y receptivos, quizás no con todo el mundo, algunas
personas suelen ser más reservadas e introvertidas, pero generalmente deseamos
una vida amable y tranquila.
Cuando actuamos en el mundo
de los adultos, evidentemente las relaciones interpersonales toman la batuta,
no pasa esto en la inocencia infantil, donde la fantasía de los pensamientos
puede llenar cualquier vacío, cuando
somos adultos debemos relacionarnos y el mejor espacio es la amabilidad, evitar
antagonismos y controversias y así procuramos llevar nuestras relaciones.
Si es un deber el respetar los derechos de los demás,
también lo es el defender los propios. Herbert
Spencer.
Sin embargo, esta elección
de sosiego, no significa que no debamos poner límites, de hecho el poner
límites claros en nuestra vida, puede significar el ahorro de muchas penas y
pesares, de decepciones y de expectativas no cumplidas, poner límites no solo nos
define como personas, nos identifica y evita que otras personas se confundan,
sino que además preserva nuestras intenciones y nuestros deseos, pues se puede
ser muy amable, pero sin límites cualquier nivel de amabilidad terminará siendo
abusada.
Solemos ver los límites como
algo autoritario, como barreras que aíslan, que etiquetan y ocurre que los
límites son parte esencial del respeto en nuestra vida, sino conocemos nuestras
limitaciones no podremos trabajar en nuestras capacidades, si no exponemos nuestros
límites para los demás, no nos damos a conocer y por ende, se generan terribles
mal entendidos y antagonismos innecesarios.
No permitiré que nadie camine en mi mente con los pies
sucios. Mahatma Gandhi.
El mejor ejemplo va con los
hijos, requieren mucho amor y comprensión, pero también disciplina, clara,
sencilla y precisa, esto no tiene que ver con malos tratos o con abusos,
simplemente tiene que ver con el hacer entender, que hay ciertos límites que no
se deben cruzar y que de hacerlo habrán consecuencias y se debe tener la
voluntad de asumir. Lo mismo ocurre con nuestras parejas, en el campo del amor
los límites suelen traspasarse fácilmente, de hecho muchas parejas comienzan a
poner límites cuando ya es bastante tarde para rescatar lo sucedido.
Poner límites puede generar
cierta incomodidad al principio, pero de seguro, será la manera más sana de
llevar cualquier relación, amorosa, laboral, profesional o de cualquier índole,
incluso con los amigos los límites son altamente válidos, por fortuna, los amigos
que más se acercan, llegan a captar nuestros límites casi de manera mágica,, lo
que no ocurre con la pareja, con quienes se suele mantener una amabilidad
extensiva por un período más largo del que normalmente damos a otras personas.
Si estamos muy pendientes de no herir a nadie en
ninguna circunstancia, acabaremos lastimándonos a nosotros mismos y a los
demás. P. Jakubowski.
No temas poner límites, más
bien evita vivir sin ellos, los límites permiten mantener el respeto y la
consideración, y especialmente, evitan tener que poner en claro, situaciones
que pudieron ser evitadas, eso sí, procura poner límites claros, sencillos y
directos, fáciles de entender y sin posibilidad de malas interpretaciones,
verás que alivias penas y evitas conflictos innecesarios en tu vida.
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