La gente feliz no habla mal de los demás
En lugar de obsesionarte con las críticas o de criticar a
otros, dedica tu tiempo a mejorarte a ti misma y a mejorar tu entorno.
Quien
dedica su tiempo a mejorarse a sí mismo no tiene tiempo para criticar a los
demás.
María
Teresa de Calcuta
En la vida hay pocas cosas tan agotadoras como escuchar a
una persona criticar a todas horas. Además de hacernos vivir en un pozo lleno
de comportamientos negativos, nos acaba haciendo sentir muy mal.
En definitiva, las palabras y las actitudes de un meticón
nos desgastan de tal manera que dejan nuestra mente devastada.
Cuando nos encontramos ante estas situaciones tenemos dos
opciones: alejarnos o intentar ayudarles. Y es que, como ilustra la célebre
frase del comienzo, no hay un indicio más acertado de pobreza emocional y vital
que el hecho de que una persona dedique su tiempo y esfuerzo a criticar a los
demás.
Si estamos cerca de una persona criticona tenemos que
tener muy presente la capacidad que tienen para intoxicar nuestras emociones,
ya que pueden desequilibrarnos totalmente de manera sencilla.
En este sentido, vivir en paz no tiene precio, por lo que
siempre debemos proteger nuestro espacio físico y psicológico. Hay que crearse
una coraza anticríticas no constructivas, pues digamos que las palabras solo
hieren cuando te importa quién las dice, qué es lo que dice y cómo lo dice.
Lo que otras
personas piensen de ti es su realidad, no la tuya
Lo que
otras personas digan de ti es su realidad, no la tuya. Ellos saben tu nombre,
pero no tu historia, no han vivido en tu piel, no han calzado tus zapatos. Lo
único que los demás saben de ti es lo que tú les has contado o lo que han
podido intuir, pero no conocen ni tus ángeles ni tus demonios.
Hay personas que, de manera malintencionada o sin ningún
tipo de criterio, dan su opinión sobre cualquier circunstancia aunque nadie se
la haya pedido. El objetivo de estas críticas enmascaradas es hacer daño,
menospreciar y disfrutar con la preocupación ajena.
La gente que hace esto suele tener tan baja su autoestima
que no logran aceptarse a sí mismos ni a los demás. Esto explica su facilidad
para juzgar y poner etiquetas, lo cual solo refleja la realidad de cómo se
sienten y su capacidad para proyectar sus propias dificultades emocionales.
Aunque creamos hacerlo normalmente, nadie es capaz de
descodificar el sentir ajeno. Nos cuesta entendernos a nosotros mismos como
para saber lo que otros viven, sienten, aprenden o padecen.
Así, no deberíamos darle importancia a lo que los demás
dicen de nosotros, pues sus palabras obedecen a una realidad ilusoria que su
mente ha creado con el afán de saberlo todo.
Las
personas más infelices en este mundo son las personas que se preocupan
demasiado por lo que piensen los demás.
Hazte fuerte ante
las críticas
Con
cada piedra que me tiran
Construyo
mi fortaleza.
Elvira
Sastre
Si atiendes de manera frecuente a las críticas estás
haciendo peligrar tu bienestar y tu equilibrio emocional. Por eso, es mejor que
dediques tu tiempo a mejorarte a ti y a mejorar a tu entorno.
No te corresponde señalar ni ser señalado, sino
preocuparte por corregir tus errores hasta alcanzar el mayor nivel de bienestar
emocional existente. Si nos superamos en el orden personal, ganaremos
sinceridad, respeto, humildad, generosidad y honradez.
No podemos pretender ser perfectos, pero sí que es
importante que mantengamos una actitud de mejora constante que nos ofrezca la
posibilidad de vivir nuestra vida sin sometimientos, sin chantajes y sin
dependencias emocionales.
Sanar nuestra parte
dañada
No le
pongas atención a las cosas que hacen o dejan de hacer los demás, presta
atención a lo que tú haces o dejas de hacer.
Buda
Para sanar las heridas emocionales que nos causa la
crítica, debemos de tener claro, en primer lugar, que somos personas únicas y
excepcionales. Conforme a esto, lo próximo que nos toca es perderle el miedo a
sentir y a pensar por nosotros mismos.
Son los demás los que están juzgando y criticando, no tú.
La crítica no constructiva lleva consigo gran pobreza emocional en el mundo
interno de quien la hace. Por lo tanto, si la persona no se deja enriquecer, en
estas ocasiones te conviene ser emocionalmente egoísta y “que cada palo aguante
su vela”.
Pero, ¿cómo podemos hacer frente al daño emocional que
nos ocasionan las críticas? Vamos a pararnos a pensar sobre ello…
La consecuencia directa de dar crédito a lo que los demás
piensen y digan sobre nosotros, es que acabamos convirtiéndonos en alguien que
no somos. Querer complacer a los demás a costa de perder nuestra identidad no
es en absoluto saludable.
¿Eres una buena madre? ¿Eres una persona con éxito? ¿Eres
inteligente? ¿Realizas bien tu trabajo? ¿Les gustas a los demás? Date cuenta de
toda la energía que pierdes preocupándote por lo que otros piensan de ti.
Aunque solemos sentirnos el centro de las miradas de la
gente, en realidad normalmente lo que hacemos o dejamos de hacer no es
relevante para ellos. O sea, los demás piensan en nosotros mucho menos de lo
que creemos.
Da igual lo que hagas o cómo lo hagas, siempre habrá
alguien que lo malinterprete. Intenta vivir y actuar como crees oportuno. Sé
natural y date cuenta de que la única vía para sintonizar contigo mismo es
hacer lo que sientes en cada momento.
No esperes que los demás comprendan tu viaje,
especialmente si nunca han tenido que recorrer tu camino
Fuente: el post completo y original lo puedes encontrar en mejorconsalud
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