Yo no perdí nada al ser mamá: me hice más fuerte


Ser mamá responde -casi siempre- a una elección personal. Es cierto que nadie puede prever todo lo que ello va a conllevar: los esfuerzos, retos y sacrificios que esa decisión puede suponer. Sin embargo, cuando una mujer es madre asume todo ello con seguridad, porque es lo que quiere, porque es su elección y piensa que es lo mejor que ha hecho nunca.
Esta idea que sin duda la mayoría compartimos, no es algo asumido por todas y cada una las mujeres. La maternidad impone muchas demandas, exige sacarle al día 25 horas, acumular sueño, tragar algunas frustraciones, relegar muchas de nuestras aficiones y tener que multiplicarnos por 4 para llegar a todo. ¿Es o no es un sacrificio? Lo es, sin duda, pero es un sacrificio maravilloso.

Ahora bien, la mayoría de mamás que se sienten verdaderamente “sobrepasadas” se debe a una serie de razones muy concretas que pasamos seguidamente a explicarte. Si tú misma has tenido esta misma idea en algún momento, tampoco debes sentirte mal. En ocasiones, es común pasar algunos altibajos emocionales. Más tarde, cuando la mente se aclara, el cuerpo descansa y miras a tu hijo, te das cuenta de que no cambiarías absolutamente nada.
Admitámoslo, ser mamá puede ser agotador en determinados momentos
La crianza puede ser especialmente intensa, demandante y estresante durante los dos primeros años de vida de nuestros hijos. Es una época en la que los bebés necesitan un alto nivel de atención constante y es a su vez, es un período donde el cerebro de la mamá está en constante “alarma”.

La necesidad de protección, de prevenir riesgos, de atender y de supervisar es tan alta que es común experimentar bajadas de ánimo donde, efectivamente, puede aparecer el pensamiento de que “tener un hijo te quita más que te ofrece”.
Ahora bien, esta sensación suele estar vinculada ante todo a determinadas dinámicas personales muy concretas. En un estudio publicado en la revista “Today Moms” se puso en evidencia que las parejas que no compartían las responsabilidades de la crianza, experimentaban un mayor estrés y la sensación de que tener un hijo era todo un desafío, un reto que no habían previsto.

Cuando la pareja no se responsabiliza y deja cada tarea sobre los hombros de la otra persona, el nivel de estrés y ansiedad se eleva. Sin embargo, debemos tener cuidado al analizar estos datos. Porque la sobrecarga no se refiere en exclusiva al hecho de la propia crianza de un bebé. Es el malestar emocional originado por una relación afectiva de escasa calidad lo que determina esos pensamientos negativos.
Cuando sabes lo que es importante, ningún esfuerzo te pesa
Tener algún tipo de ayuda es esencial para gestionar mejor el reto de ser mamá. No por delegar en otros quieres menos a un hijo, no por dejarlo con los abuelos, por ejemplo, significa que seas “mala madre”. Ni mucho menos. Se trata solo de saber qué es lo importante, cómo organizarte y cómo ser una buena gestora de todas esas necesidades que implica la dura pero maravillosa tarea de criar un hijo.
A veces te agotas, pero cada día te sientes más realizada y más fuerte

No pasa nada si a veces, te quejas. No temas decir que “no puedes más”, que hoy ha sido un día horrible y que sientes ganas de llorar. Es algo normal. Criar un hijo es como la vida misma, a veces hay días perfectos y días que lo son menos.
Sin embargo, admítelo: estás aprendiendo tantas cosas, te estás forjando en tantas fortalezas, en tantas sensaciones y desafíos que te sientes orgullosa de ti misma, de tu hijo y de todo lo que has conseguido.

Puedes quedar agotada al final del día, pero te sientes realizada.

No has perdido nada, y si algo se ha quedado atrás, es porque era necesario
Algo que sabes como madre, es que es cierto que hay algunas cosas que se han quedado atrás desde que has tenido tu primer hijo.

Es posible que ya no te relaciones con algunas amistades.

Puede que hayas dejado de hacer algunas cosas que antes te gustaban.

Puede también que hayas decidido cambiar de trabajo, buscar una nueva profesión que te permita compaginar mejor la crianza de tu hijo.

A su vez, es común que ahora tengas intereses nuevos, y que las cosas que hasta no hace mucho dabas prioridad, se hayan convertido en algo secundario.

Son aspectos que, efectivamente, se han quedado atrás. No obstante, no debemos ver estas cosas como “pérdidas”, porque en realidad no lo son, puesto que lo que hemos hecho es avanzar, es crecer, es dar prioridad a lo que más queremos: nuestros hijos.

La vida es ahora distinta, no hay duda, pero esa diferencia te agrada, te enriquece y te hace sentirte feliz y satisfecha. ¡No cambiarías nada!


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